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Cuando Nadie te Toca

Introducción. El tren de la Bestia o tren de la muerte

”Al bajar Jesús por la ladera del monte, grandes multitudes lo seguían. De repente, un hombre con lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. —Señor —dijo el hombre—, si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio. Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano! Al instante, la lepra desapareció.“

‭‭Mateo‬ ‭8‬:‭1‬-‭3‬ ‭NTV‬‬

”Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.“

‭‭S. Mateo‬ ‭7‬:‭13‬-‭14‬ ‭RVR1960‬‬

I. Era un día como cualquier otro, se rasuraba preparándose para el trabajo cuando noto un tono blanco en su piel, definitivamente lo asusto; al principio no le hizo caso, pero las alarmas sonaron cuando su esposa también lo noto; una de las enfermedades más temidas visitaba su tranquilo hogar y no se animaban a ir con el Sacerdote para confirmar o descartar sus sospechas.

II. Los días pasaron y el miedo se apoderaba de la familia, en el trabajo también notaban algo raro, aunque con su ropa trataban de ocultarlo; podría ser una falsa alarma pero se requería un examen y temblaban ante ello. La enfermedad se creía era muy contagiosa, El se alejaba de todos especialmente de su esposa e hijos.

III. La seguridad de los suyos estaba en juego, por fin se atrevió a ir con el sacerdote que hacía las funciones de médico, su veredicto fue aplastante…,tenía lepra y sería expulsado de su casa y comunidad, ya no podría abrazar a sus hijos, ni disfrutar de su esposa, sería confinado al valle de los leprosos, a vivir como un perro sarnoso.

IV. La despedida fue tan dolorosa, abandonaba el hogar; su piel se enfermaría cada día más, sus articulaciones le torcerían manos y pies y su rostro con el paso de los años lo haría parecer un monstruo, todo con ausencia de sensibilidad y de dolor, pero sintiendo el desprecio de la gente, que le lanzaría piedras y lo maldeciría.

V. Vagando por el campo y las afueras de las ciudades, comiendo desperdicios de la basura y una que otra vez alimentado junto a sus compañeros por gente de buen corazón; pero pasaron los años y nadie lo tocaba y de haberlo hecho ya no tenía sensibilidad, era un leproso, condenado a morir tan lentamente y quizás por las piedras lanzadas maldeciéndolo.

VI. Jesus paso por su territorio y aunque se exponía a ser lapidado, se dijo: “esta es mi oportunidad”, se le acercó y se arrodilló ante El, Señor le dijo: si quieres puedes sanarme y dejarme limpio. Su fe era completa y total, Jesus si podía terminar con el calvario de su enfermedad. Ya había perdido la cuenta de los años enfermo, era tan duro su sufrimiento nadie lo tocaba, ni se le acercaba!

VII. Dicen los expertos que se requieren 4 abrazos al día para sobrevivir, pero quien toca o tan siquiera se acerca a un leproso; todo mundo tiene asco de su piel podrida y su ropa andrajosa. Su presencia se gana la repulsión y el impulso de correrlos a pedradas; sin embargo ellos sufren en silencio y aquí encontramos a este hombre de rodillas y a lo lejos, pidiendo un milagro.

VIII. Todos contuvieron el aliento, ¿que haría el Señor, lo reprendería por acercársele osadamente, lo mandaría de vuelta al leprosario?; ¿que hace con nosotros cuando acudimos a El quebrados, enfermos, y muy emproblemados y hasta con el deseo del suicidio? Su respuesta resonó en todos los que contuvieron el aliento: “Quiero se sano” y al instante como si se tratara de un rayo, su lepra desapareció.

XIX. El personaje principal de nuestra historia había encontrado la puerta estrecha, Jesus no sólo lo sano, sino que se le acerco y lo tocó, yo digo que hasta lo abrazo, para devolverlo a la vida. Lo mando con el sacerdote para que autentificara el milagro y presentara su ofrenda. Después de años de vagar por todas partes estaba listo para regresar con su familia.

X. En casa no lo podían creer, El no reconocía a los hijos mayores que dejó pequeños, su esposa lo había esperado por todos estos años; se fundieron en un fuerte muy fuerte abrazo, le supo a gloria porque por años nadie lo tocaba, El no paraba de llorar, sus hijos no lo reconocían; pero desde esa misma hora retomaba el lugar que le correspondía porque tuvo la fortuna de toparse con el maestro.

XI. El pecado es como la lepra, nos contagia, aísla y maldice; nos aparta de nuestra familia y nos obliga a vivir aislados sufriendo y lamentando, pero hoy nos encontramos con el maestro y extenderá su mano para tocarnos y limpiarnos, solo tenemos que humillarnos para pedirle su ayuda, su respuesta te la garantizo de antemano: “Quiero se limpio”

Conclusiones. La puerta estrecha y el camino angosto son la opción para nosotros, conducen a la vida y no a la perdición; el leproso lo encontró en Jesús y su vida dio un giro de 180 grados, nosotros también necesitamos  salud y salvación, la lepra nos ha arruinado, requerimos con urgencia un toque del maestro, recuperar la sensibilidad perdida y el orden restaurado. “Si el hijo nos liberta seremos verdaderamente libres”

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