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FELIZ, ¿PERO LEJOS DE DIOS?

“Es mejor estar triste que estar alegre; un rostro triste le viene bien al corazón. “Es mejor asistir a un funeral que presentarse en un banquete, pues nuestra vida termina con la muerte y los que vivimos debemos recordarlo.”

Eclesiastés 7:2 RVC

Introducción. Salomon fue un rey tremendamente Sabio, rico y poderoso; siendo muchacho le pidió a Dios sabiduría en un encuentro que tuvo con El y se le dio todo lo demás que no solicitó; sus primeros años al frente de la nación fueron de orden Paz y Prosperidad, pero al ir envejeciendo su corazón se alejó de Dios, al grado que sus escritos reflejan un personaje con chispazos de gloria, pero con lagunas de sabiduría y momentos de profunda insensatez. Más adelante en la historia Pedro resumiría este estado de quienes se vuelven atrás en el camino del Señor, en forma muy coloquial: «El perro vuelve a su vomito, y la puerca limpiada al lodo a ensuciarse»

I. Nunca como ahora veo y contemplo a tantas personas resfriarse espiritualmente, me sorprende y hasta me asusta ser testigo del cambio de quienes ayer eran apasionados por Dios y hoy viven vidas con ligereza, distantes de Dios, ajenos a sus planes y propósitos y lo más triste «apostatando» de la fe, practicando vicios, sumergiéndose hasta en el crimen organizado y en el mejor de los casos llevando una vida tranquila pero vacía y sin propósito.

II. Nuestra triste realidad es que quienes permanecemos en los caminos del Señor, a veces lo hacemos sin chispa ni brillo; pocos se disponen para ser instrumentos en las manos divinas; son contados quienes sirven con pasión e integridad; nuestros hijos raramente nos ven orar y el analfabetismo espiritual es galopante en las familias cristianas; con razón la frase dura escrita en el Apocalipsis, «tienes nombre de que vives, pero estás muerto»

III. «Un rostro triste le viene bien al corazón» escribía Salomon, su padre al fallar y alejarse de Dios, por el contrario había solcicitado con insistencia, «vuélveme el gozo de tu salvación»; quien ha experimentado la plenitud de Dios, no podrá llenarse con ninguna otra cosa y maquilla su corazón y hasta su conciencia, pero en el fondo sabe que su existencia está incompleta y su vida propensa a la tristeza y depresión.

IV. Como puede pensar el gran predicador, que es mejor asistir a un Funeral que a un banquete, que nuestra vida termina con la muerte. Los desvaríos son frecuentes cuando se pierde el rumbo espiritual, cuando nos alejamos de aquel que nos redimió con su sangre y escuchamos las voces del humanismo o la filosofía imperante y popular; pero decía enfáticamente el Apóstol Pablo, «nosotros no somos de los que retroceden para perdición» Heb 10:39

V. La Biblia nos desafía, «El que persevere hasta el fin, este será salvo, sean santos, porque yo soy santo, si sus justicias no sobrepasan a las de los escribas y fariseos, no entrarán al reino del los cielos»; tenemos que vivir vidas más radicales, no es posible que nos gane la flojera e indiferencia; si un día no amaneces con ganas de ir a la escuela o el trabajo, obligas a su cuerpo a responder, pero cuando se trata de la Iglesia y el servicio a Dios, ¡condeciendes con la pereza y te rindes a la indiferencia!.

VI. «El que piensa estar firme, mire que no caiga» no podremos sostenernos en la vida cristiana sino con la fuerza del Espíritu, con la energía de Dios, con la plenitud que emana de su trono; vivimos al final de los tiempos y la carrera que tenemos por delante nos espera. Vivamos el resto de nuestro tiempo sabía y prudentemente. De que nos servirá haber tenido todo como Salomon, si lo perdemos y terminamos con sus locuras y desvaríos.

Conclusiones. «Todo lo que te venga a la mano hacer, hazlo según tus fuerzas. En el sepulcro, que es adonde vas, no hay obras ni proyectos, ni conocimiento ni sabiduría», aconsejaba Salomon, pero lo cierto es que nuestra vida es eterna, que rendiremos cuenta de nuestro paso por este mundo y qué hay tanto por realizar en Dios, tanto por vivir a su servicio, tantas vidas que rescatar de una vida de perdición; Definitivamente tanto para hacer por engrandecer el reino de Dios (maestra que contribuía a cambiar el mundo, dando clases de inglés a los niños)

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